Mauricio Bustamante: ecos y claves que aprendí en la Universidad de Harvard…
Aunque en la práctica cada día aprendemos algo nuevo, hacía casi dos décadas que no tenía la posibilidad de dedicarme a tiempo completo a los estudios. La oportunidad se dio el segundo semestre del 2011, gracias a una beca en el Centro Rockefeller de Estudios Latinoamericanos, en la Universidad de Harvard. Cuál era la idea principal? Saber qué estaba ocurriendo con las redes sociales en nuestra región, en especial tras el rol central que algunos le adjudicaban a estas nuevas plataformas en una serie de movimientos ciudadanos a nivel mundial. Desde las manifestaciones estudiantiles o a favor del medio ambiente en Chile, hasta el movimiento de los indignados en España o las revoluciones en el norte de África.
Al final, conocí mucho más que redes y tecnología. A continuación, algunos aspectos que quiero compartir con ustedes.
1. Si bien algunos investigadores consideran que Facebook o Twitter son fenómenos “de moda” que pronto serán reemplazados por alguna otra creación, la mayoría se inclina a pensar que éstas y otras plataformas son parte de una revolución mucho más profunda.
2. Varios autores consideran que esta “revolución de las redes sociales” es comparable con la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. La información, la opinión, el conocimiento deja estar en manos de unos pocos: las élites de ayer y de hoy.
3. Así como los textos impresos fueron claves en el Renacimiento, el manejo de las redes sociales está “re-empoderando” a muchos hombres y mujeres que se sentían postergados. Hoy tienen más voz y capacidad de presión, a una velocidad hasta hace poco impensada.
4. La forma vertical en que hasta ahora muchos se relacionan (gobierno-ciudadanos, catedráticos-estudiantes, medios de comunicación masivos-audiencia, sólo por citar algunos ejemplos), está cambiando a una relación mucho más horizontal.
5. Como efecto de lo anterior (e insisto, sólo a modo de ejemplo) los ciudadanos ya no esperan la próxima elección para manifestar su descontento; los estudiantes cuestionan cada vez con más herramientas a sus “maestros”, donde los más admirados son aquellos que reemplazan la cátedra por la guía y orientación; y las audiencias ya no esperan la edición impresa o el programa de radio-TV a una hora determinada, sino que se informan, educan y/o entretienen cuanto, donde y a la hora que quieren.
6. Los expertos con quienes pude conversar coinciden en que las redes sociales no vienen a reemplazar a los medios de comunicación tradicionales, a la forma de entender la política o la manera cómo nos relacionamos. Las nuevas plataformas se suman y contribuyen a los cambios: no es “en vez de…”, sino “junto con…”.
7. Todas estas nuevas herramientas (y las que vendrán) ya no son patrimonio de los más jóvenes, de los que tienen más recursos o aquellos fanáticos de la computación. Un profesor de Harvard hacía una analogía con los celulares: la telefonía móvil comenzó con unos pocos, luego se sumaron más, y aunque hasta el día de hoy algunos se resisten a tenerlo, en muchos países ya hay más celulares que habitantes (Chile, entre ellos). En definitiva, todo indica que estamos frente a un fenómeno que llegó para quedarse por largo tiempo entre nosotros.